#ElPerúQueQueremos

Sobre la naturalización de las condiciones esclavistas de trabajo

Carmen Barrantes (Terres des Hommes Suisse), Claudia Farfán (Yanapanakusun), Ana Aliaga y Carmen Olivera

Publicado: 2017-06-25

Para comprender por qué una persona acepta un patrón de explotación es necesario conocer su biografía, su historia personal. Cuando junto a Claudia Farfán y Guillermo Abregú tomamos contacto con la brutal forma de explotación laboral que enfrentan hombres y mujeres en Madre de Dios, sea en la minería o en la explotación sexual, surgió la interrogante: ¿Qué puede facilitar la aceptación de condiciones esclavistas de trabajo, el servilismo o la servidumbre?  

En primer lugar, la explotación laboral es secular. Estamos ante una situación que se sostiene históricamente, una situación que caracterizó a la estructura clásica de la sociedad agraria pre y poscolonial. Se observa una reproducción generacional intrafamiliar respecto a los oficios, a los roles sociales, al trabajo y a los modos de producción. Estamos ante la imposibilidad de romper con estructuras económicas, sociales y familiares en relación a la cultura de trabajo, a la tradición productiva, al nivel de educación y a la calificación laboral adquirida. Situación que se genera o mantiene tanto por la política económica cuyo costo es la creación o mantenimiento de un grupo excluido (costo colateral del modelo) como por el vacío estatal en temas de política laboral y gestión de la política en temas como supervisión de condiciones de trabajo y otros, así como por la falta de modelos de cambio y movilidad social en el marco familiar. Esta imposibilidad generada por estas tres variables –modelo económico, vacío estatal y sociedad tradicional– acaban por alimentar el círculo vicioso de pobreza, exclusión y marginalidad.

En segundo lugar, el mercado laboral peruano es precario y conserva una impronta de dominación no solo clasista, sino también racista. Así, podemos afirmar que hasta hoy la sociedad peruana moderna reproduce, en cierta medida, la lógica de la explotación colonial en la cual la servidumbre y la obediencia siguen imperando en el vínculo "patrón/empleador-peón/empleado". La sumisión y las malas condiciones laborales parecieran no ser tan graves cuando la paga llega, pues en esta lógica habría ocurrido cierto progreso en comparación al trabajo no remunerado (que han vivido de niños o que han vivido sus padres o abuelos). Sí pues, la explotación laboral implica un avance en relación con el trabajo esclavo. En otras palabras, tal como lo afirma el historiador Aníbal Quijano: “el problema indígena se convirtió, pues, en una auténtica sobrecarga política en América Latina. Para ser resuelto requería simultáneamente 1) la descolonización de las relaciones políticas dentro del Estado; 2) la subversión radical de las condiciones de explotación y el término de la servidumbre; y 3) como condición y punto de partida, la descolonización de las relaciones de dominación social y la expurgación de ‘raza’ como la forma universal y básica de clasificación social” (Aníbal Quijano: 2005, 6).


*Tomado del estudio (en proceso) sobre mercado laboral precario en Cusco . Terre des Hommes Suisse. 2016. Carmen Barrantes con Claudia Farfán (Yanapanakusun), Ana Aliaga y Carmen Olivera. 


Escrito por

El Estado de la Trata

Investigaciones sobre trata de personas en el Perú


Publicado en